Redireccionando...

lunes, 3 de marzo de 2014

Mamá, quiero ser bloguera

El miedo de toda madre de una niña es que la princesa de su casa, el angelito de sus amores, la bailarina de sus ojos y, por supuesto, la niña más bonita del mundo mundial... No sea feliz. Así que hoy recuerdo a todas aquellas madres que sufrieron eso de "mamá, quiero ser artista". Y esas madres llevaban a sus nenas a clase de canto, de baile, de dicción y hacían colas eternas para que la chiquilla anunciara galletas. 

Debo ser una madre horrible porque, sinceramente, preferiría que mi hija me dijera algo como "yo para ser feliz quiero un camión".

Supongo que aún hoy habrá casos así, como los de las niñas cupletistas, quiero decir... Pero en el siglo XXI, era de la tecnología y las redes súper-sociales, las niñas ya no quieren ser vedettes, quieren ser blogueras.


Y no es tontería. Las blogueras de moda no escriben, se sacan fotos, o, más bien, les saca fotos alguien que no es ni su vecina ni el primo dispuesto, sino un fotógrafo profesional de los buenos. Las blogueras de moda viajan de capital el capital asistiendo a los desfiles más in y a las fiestas más exclusivas. Las blogueras de moda no se molestan en ir de compras, las grandes firmas les mandan la colección a casa. Hacer, lo que se dice hacer, no hacen nada, y, para colmo, les pagan. Vamos, pura vocación.


Las guerras y guerrillas entre las propias blogueras son otro cantar. A ver si piensan ustedes que todo es glamour y buen rollismo en esa profesión. Pero, como dice mi madre, siempre hay que tener una piedrita en el zapato. Aunque el zapato sea de tacón de aguja y con la suela roja.

Volviendo a lo que nos ocupa hoy, miedo me da el día en que mi pequeña Soph me mire y me diga muy seria que quiere ser bloguera. Qué hago entonces? Lo que haría una madre normal sería matricularle en periodismo, apuntarle a cursos de fotografía y social media, no? Me pregunto cuántas de estas it girls tendrán esa formación...


Y no lo digo como crítica, sino como alabanza. A lo mejor tengo que potenciar la afición que tiene mi hija por robarme el Vogue Novias cuando lo estoy leyendo. Nada de cuentos, un iPad con la colección de Stephan Rolland y de Giambatista Valli... Vale que la pobre sólo tiene año y medio, y preferiría ver Pocoyo, pero es una inversión a futuro... No hay quien apunta a sus hijos a clases de chino? Pues esto es tres cuartos de lo mismo...


Qué miedo. Yo también quiero que mi niña sea feliz. Que sea guapa y que tenga su estilo... Así que cuando se decida, estaré preparada: Cariño, mi vida, déjate de historias y estudia.

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