Redireccionando...

martes, 31 de marzo de 2015

Marsala no es un color

El año pasado los ilustrados colegas de Pantone nos dieron la barrila largo y tendido con el orquidea radiante. El color del 2014. Un color precioso, no me digan. Me imagino diciéndole a mi marido... Cariño, para mi cumple quiero un jersey orquídea radiante... Y a continuación viene a mi mente la imagen de mi contrario cortocircuitando, echando humo por las cuencas de los ojos mientras expulsa espuma por la boca... 

Que digo yo que ya me gustaría saber cuál es la diferencia entre el radiante y el no radiante, aunque supongo que es esta incultura fashionista mía la que pregunta... En cualquier caso, le pongan el nombre que le pongan, aquel color era el rosa fucsia de toda la vida. Qué ganitas de complicarnos la existencia...


Bien. Como sabrán, este año los iluminados que eligen la tonalidad de moda, han decidido que el prota de nuestros sueños trendy de la muerte sea el marsala. Aha. Efectivamente. Así, a palo seco, como que no ubico... Menos mal que la decisión venía con imagen adjunta, llámenme inculta, pero yo pensaba que Marsala era un municipio italiano... 

Menos mal que Vogue habita en mi mesilla de noche y aclaró esta agonía mía: "a medio camino entre el rojo púrpura y el burdeos se ubica la tonalidad que conquistará el próximo año". Tuve que leerlo cuatro veces. Esto es peor de lo que pensaba. Que Dior me perdone, pero yo juraría que eso es granate... 


Ya son ganas de enredarnos y de dejarnos enredar. Ahora que nos habíamos venido ustedes y yo arriba pensando que con el azul petróleo, el rosa ciclamen y el verde pavo dominábamos la carta de color holgadamente. Pues nada más lejos. Aún nos quedan muchas bobadas por aprender. 

Eso sí, me van a disculpar, pero no sé si conseguiré no poner los ojos en blanco mientras levanto la ceja y contengo la risa cuando, en 2016, algún entendidísimo me sorprenda con el color de moda.


Pero para que no digan que no colaboro y que soy una criticona incorregible, aquí va mi propuesta para miss colorín 2016 :  churumbel viajante. Un beige tirando verde en asiento trasero a punto de vomitar. No me digan que no lo va a petar...

Cuando pienso que es difícil inventarse una tontería aún mayor, van y me sorprenden. Tengo que aprender a no infravalorar a esta gente del mundo fashion. Tienen una creatividad muy suya, pero he de reconocer que muy desarrollada... 


La decisión de 2014 plagó las bodas de ese año de monos de crepe de poliéster en color rosa furcia, así que he perdido la esperanza y me temo lo peor para este 2015. 

Sólo hay un rayo de luz que alumbra este drama. Una única opción que no me parece tan mala para el tema festivalero de 2015: la combinación zapato-pedicura granate. Perdón. Marsala. 

viernes, 27 de marzo de 2015

Hoy no toca

Ya lo sé. Hoy ni es martes ni es jueves, pero no he sido capaz de guardarme tanta preciosidad hasta la semana que viene. La colección de pendientes de Sophie et voilà! ya está aquí y está disponible en la shop online.

En el fondo, lo que estoy haciendo es un favor a la humanidad... Miren que se acerca peligrosamente la semana santa y, quien  más y quien menos, todos tenemos un plan... Aunque sea el de asomarse por la ventana a ver si deja de llover y salir a tomar un periflú.

Pues el vinito de rigor en día de fiesta sabe mejor con aceitunas y pendientes nuevos, así que aquí les dejo una selección requeteideal. 

Los pedidos que se hagan antes del lunes llegarán a tiempo antes el puente, así que no lo dejen, que luego me lloran.


 










jueves, 26 de marzo de 2015

Mi último bikini

Lo oyen? Ta-da... Ta-da... La angustiosa banda sonora de Tiburón (o la de Psicosis, eso ya, cada una que elija...) resuena cada vez con más intensidad desde el fondo del armario. Viene a por mí, quiere acabar conmigo...

Pues vale. Que venga. Que aquí lo estoy esperando. Sentada en mi sofá orejero mientras levanto la ceja derecha y acaricio un maligno gato siamés en la penumbra. Con los treinta y pico veranos que gasto, no está el tema como para andarme con pánicos estivales.

Señor bikini, adelante, siéntese usted aquí un ratito que le voy a decir unas cositas...


Si le soy sincera, nunca me ha gustado usted demasiado. Tengo presente que yo tampoco soy santo de su devoción. Media vida metiendo tripa y la otra media intentando posturas anti-pliegues. Ya se ha llevado usted demasiadas horas de penitencia.

Así, de salida, ir a comprar un congénere suyo ya es una tortura en toda regla. Guantánamo? Tienen mucho que aprender... Verse dentro del micro-probador modelo chiringuito milrayas de El Corte Inglés (después de hacer media hora de cola), reflejada en el espejo, calcetines included, con ese bello bronceado que se luce allá por mayo... Eso es una tortura.

Con el tanga color visón asomando por debajo de la braguita brasileña naranja fosforita, la media docena de etiquetas redobladas saliendo disparadas entre el brazo y la costilla, y la alarma clavándose en el hueso de la cadera... Hay percebeiras que lucen bastante más sexis...


Señor dospiezas, nunca me ha gustado lucir ombligo. Ya ve, manías. Y, sino me gustaba a los veinte, no hace falta ser un lumbreras de la evolución para adivinar que, a estas alturas de la película, todavía menos. Me niego a tener que volver a meter tripa hasta volverme morada cada vez que tengo que levantarme de la hamaca, que darme crema, que sacar una revista del capazo o que pasar lista de familiares en la orilla. Que no. Que ya no.

Seré rara, no le digo yo que no, pero es que a mí, cuando me doblo, me salen lorcitas. Dale. Sin eufemismos. Lorzas en todo su esplendor, vaya (reconocer esto duele un poco... Con lo que una ha sido...). Ya ve usted hasta qué niveles estratosféricos llega mi imperfección.


No me pregunte si he llegado a este punto por culpa de dos cesáreas, de los regalices rojos, de la edad o del vermut de los domingos, porque no lo tengo claro. El caso es que no diré que estoy orgullosa de mi protuberancia abdominal, que una ciega tampoco es que sea, pero espere usted sentado si piensa que me avergüenzo o que renunciaré a alguna de mis rutinas extra-alimentarias para darle a usted el gusto. Que no, que no y que no.

Si cree que me pasaré el resto de los veranos de mi vida sin respirar, tampoco acierta. 

Dramas, los justos, así que lamento comunicarle que está usted nominado, expulsado y, además, no tiene derecho a portada de Interviú. Rian de rian.


Me paso al bañador. A las siestas en la hamaca sin miedo a perder la compostura. Al sombrero de ala ancha y a las mega gafas de sol. Al martini con doble aceituna y a la toalla de felpa gorda sobre la cubierta de un yate... (Lo admito, me he venido arriba con lo del yate...) 

Dejo atrás los triángulos y las cortinillas, las cuerditas-tirante que se clavan en el cuello, las chancletas de goma con bandera brasileña, las pulseritas arcoiris a lo Paulina, el pedaló, el aceite de zanahoria y el frigopié del chiringuito. Será que me hago mayor...


O será que me importa tirando a poco lo que se lleve o deje de llevarse, porque lo que quiero es estar preciosa. Todo el rato. 

martes, 24 de marzo de 2015

Otro vicio... Cuántos voy?

Hola. Me llamo Sofía y soy adicta. 

Llevo dos años, cuatro meses y cinco días sin comprar pañuelos de seda natural, pero siento que voy a recaer. Lo veo venir... He intentado superar esta debilidad fashionista con sucedáneos de poliéster, pero lo único que he conseguido es una bonita urticaria (y bajar varios puntos en mi escala personal de glamour). No me reconozco...


Dicen que las adicciones tienen , en su mayoría, un origen en algún trauma de la infancia.

Será eso... Recuerdo el cajón donde mi madre guardaba sus pañuelos. Resultado de una trabajadísima recolección atesorada como souvenirs de viajes. Cómo resbalaban entre ellos y lo difícil que era dejarlos como estaban y que no se notara que servidora había andado enredando por allí... 

Con mucha suerte, en una de mis millones de afonías, ella me anudaba uno al cuello que no desentonara demasiado con el uniforme. Claro, teniendo que hacer juego con la falda de príncipe de gales, no había manera de calzarse los de colorines, que eran los que me molaban. Acabé por cogerle manía a aquel azul marino con estampados hípicos...


Dicen que las embarazadas ven premamás everywhere, pues mi situación viene a ser parecida. En ocasiones veo pañuelos. Y no se crean que es en el cuello de la anciana que toma cafés de tres horas en la cafetería junto al parque. Que no. Que no va por ahí... Que resulta que ahora son trendy. 

La gracia del tema, más allá de hacerse con pañuelos en condiciones, está en colocarlos en lugares no transitados habitualmente por este tipo de aderezos.


Saben ustedes esos pañuelos tamaño kleenex que le regalan a una por no sé qué gestión... Monísimos ellos, pero igual de escuetos que bonitos. Pues bien, anúdenlos donde sea. En el bolso, en la trabilla del pantalón vaquero, en el reloj o en la patilla de la gafa. Da lo mismo, pero lúzcanlos. Son lo más... Ojito, eso sí, con el efecto azafata: eviten colores lisos y rayas. 

Una vez aprobado el primer nivel, pueden ustedes pasar al tamaño cuadrante de cama de toda la vida. Cinturones, diademas, gargantillas, bufandas... Con un poco de práctica, serán usted capaces de hacer súper cool hasta el chándal de felpa.


Ahora bien, en esto, como en tantas otras cosas, hay que invertir. O eso, o arrasar en el cajón de los pañuelos de madre. Eso ya lo deciden ustedes... 



jueves, 19 de marzo de 2015

De flecos y necesidades fashionistas

No se lo van a creer. Lo nunca visto. En un alarde de creatividad del universo trendy, vuelven los 70. Los pantalones campana, las blusas de gasa, los flecos de ante y Jose María Iñigo con pelo. Todo. 

Estamos más que acostumbradas a estos vaivenes década arriba, década abajo... Al pantalón pitillo y a la pata de elefante batiéndose en duelo en nuestro armario... Así que, una vez más soportaremos heroicamente este embiste tendenciero.

Les confieso que mientras no vuelvan los ochenta con los pelos cardados, las hombreras descomunales y los vaqueros nevaditos, duermo tranquila. 



Si no lo han hecho ya, les advierto que se van a hartar de ver producciones de moda en carromatos del oeste y flower-powers del siglo XXI. Todo muy original. Nada visto. 

El caso es que la tendencia hippilona me horroriza, pero el tema de los flecos se ha convertido en ese oscuro objeto de deseo. Ahora el tema está en dónde los colocamos para no parecer Cocodrilo Dundee. Que me gusta a mí jugar con fuego, ya saben.


En el podio flequil encontramos las fringed jackets, en modo chaqueta western, en modo poncho Pocahontas... La verdad es que variedad hay, al César lo que es del César...

Para aquellas de ustedes que estén opositando a starlette de su oficina, se recomiendan las faldas flecudas. Pero con los pelos bien largos. Charlestones, los justos. Personalmente, me desmarco, en casa de mi abuela había unos cubre-radiadores de flecos de seda que iban hasta el suelo y el tema se me antoja parecido... 



Lo que está claro es que pongan donde pongan los flecos, no son suficientes, para ser cool, hay que poner más. Véase: en el bolso. 

Aquí es donde se me alegra el ojillo y me tiembla la tarjeta. Es que me pongo nerviosa perdida, ya me ven...


Hace ya un par de años que descubrí por casualidad los bolsos de Sara Battaglia (hermanísima de Giovanna Battaglia, se acuerdan?) y quedé fulminada en un sinvivir que se columpiababa entre el me chifla y el me horroriza.

Han tenido que pasar 24 meses para darme cuenta de que lo nuestro es amor del bueno.


Es verlos y no poder apartar la mirada. Otra de esas necesidades que me genera internet. Me pasó con aquellos zapatos y con unas dos mil cosas más... Como siga así voy a tener que instalarle un control parental (o más bien marital) a Pinterest. Pero ya, si eso, lo hago después de esta última compra...

En amarillo. No lo puedo evitar. Aunque el combinado en negro, marfil y topo... Mierda. Voy a perder la tarde con esto...


Si no les gustan, mejor para ustedes, pero si, como servidora, han quedado absolutamente prendadas de los bolsos peludos, que Dior se apiade de sus almas. 

martes, 17 de marzo de 2015

Primavera? No, era broma

Parece que Marzo nos da tregua después de otra semana de lluvia y frío. Nos ha dejado clarito que de primavera todavía, nada de nada. Que, como mucho, nos deja guardar el plumas, pero que para lucir trikini-tanga, aún quedan meses. Los justos y necesarios para que nos pille el toro en la operación dieta, eso sí. No vayamos a perder las buenas costumbres...

El caso es que en los escaparates habemus ya outfits dignos de pareo y hamaca, y, claro, se nos van poniendo los dientes largos y la cabeza empieza a echar humo cavilando coordinaciones tan antinaturales como las botas altas con shorts de lino (y autobronceador, claro). 


Es esta temporada entre Pinto y Valdemoro la que más cadáveres deja por el camino, y no lo digo por las epidemias gripales, que también, lo digo por los atentados a la moda que se ven por la calle. Soy consciente de las ganas de calorcito que flotan en el aire, pero lucir vestido de verano con medias y katiuskas puede considerarse delito según en qué barrios.

Para satisfacer temporalmente esa imperiosa necesidad estival, este año tenemos un recurso bastante apañado, oigan: los pantalones estampados, o con brillos, o de cuadros XL, o de osos amorosos (lo juro, los he visto).


Definición del invento: pantalón de corte chino, no demasiado repegao, por encima del tobillo y con tejido del estampado menos discreto que encuentren.

Coordinación estrella: con camisas de algodón o jerséis de punto rollo oversize en este amago de primavera que estamos sufriendo, y con tees con mensaje para cuando aprieten los calores. Olviden esto último si viven de Burgos para arriba.

Tacones: sí o sí. 

Ejecutivos de verano: ni en sus sueños. Preguntar eso a estas alturas...!!

Bolso: da lo mismo, puede ser de plástico del Mercadona, será eclipsado por las piñas tropicales, las lentejuelas tornasol o las flores hawaianas, pero metan un gelocatil o similar dentro para paliar los efectos del punto anterior.


Soy consciente de que de aquí a los tirantes hay un caminito largo, pero hombre, por algún sitio hay que empezar...

Difícil no es que sea, ahora bien, les advierto que no vale el típico pantalón marino con rombitos tamaño lenteja que hay doblado en alguna mesa central de los dominios inditexeros. No fastidien. 


Ya ven que con los pantalones estampados pueden usar el comodín de combinar colores de la misma gama. Llegados a este punto sé de más de una que respirará tranquila después de haber estado descoordinando colores después del post del jueves pasado.

Más les voy a decir, si están ustedes con el mono fashionista, es probable que, a jueguito con el pantalón de marras, encuentren chaqueta, top, camisa y hasta orejeras. Ya saben que el co-ord nos viene persiguiendo desde hace un par de meses... Lo mismo me retracto de aquel post y ahora tengo que hacerme fan...


Mientras me lo pienso, ya saben, a comprar un pantalón raruno. 

jueves, 12 de marzo de 2015

Daltónica en inglés se dice trendsetter

Aha. Como se lo cuento. No es que vaya yo de filóloga fashionista, no. Es una conclusión a la que he llegado yo solita después de muchas horas de petardear Pinterest p'arriba, Pinterest p'abajo.

Todo empezó con este par de fotos en technicolor que aparecieron de repente en mi pantalla. Imposible no verlas. No me digan. Esta chupi-pandi es a Agatha Ruiz de la Prada, lo que 50 sombras de Grey al común de las mortales... Un sueño erótico. 

Son como una bolsita de M&M's batida a punto de nieve... Y además se ponen juntitas ellas para las fotos... Lo mismo es una campaña de las toallitas ésas para que no se mezclen los colores en la lavadora...


A ver, cómo va el tema? Se va por la mañana al armario, abraza las perchas de lado a lado, las saca, las tira al aire y lo que quede colgado del foco de lectura es lo que se pone una... No? No, así no puede ser... Sorteo modo bingo mañanero? Gallinita ciega a las 7am? Esta intriga no me deja vivir...

El caso es combinar incombinables, estampados, colores, texturas y absurdeces de lo más variado. Por supuesto, desterrados los negros, grises y marrones, y les dan puntos extra por incluir la palabra flúor en el outfit... Hay algo que me resulta terriblemente atractivo del pantone-megamix... Aunque no sé qué es... 


No crean que la cuadrilla Micolor es una excepción. O si lo es, es la que confirma la regla.

Tengo que confesarles que no he sido capaz de sacar un patrón común de combinación acertada. Ni logaritmos neperianos ni integrales de sexto grado, me temo que esto funciona con el archi-conocidísimo método prueba-jeta-error, es decir, combinen a ver si suena la flauta y luego añadan medio litro de paso de todo para salir a la calle con su creación.


Lo que tengo bastante claro es que sin añaden al combinado unas gafas de sol, tacones y una barbilla levantada a 30 grados, el tema alcanza altas probabilidades de éxito. Ay de ustedes si se rajan a medio camino y acaban conjuntando zapato y bolso. Serán arrojadas a la hoguera del critiqueo de la hora del café... Y riánse ustedes de Torquemada...

Aprovechen la coyuntura para hermanar ese pantalón de cuadros escoceses de las rebajas de hace tres temporadas, con el jersey de punto con piñas color cardenal que no llegaron a estrenar el verano pasado y el bolso de mano verde pistacho con aplicaciones de pitón que alguna enemiga descarriada le regaló en el amigo invisible. Sí, he dicho enemiga.


Añadan medio kilo de cuentas de plástico de colores y ya está. Chim-pún. Se han convertido ustedes oficialmente en algún tipo de ente pululante de la fashion week de su barrio. Sólo una cosa más, repartan gafas de sol a su paso tipo cine 3D. El mundo se lo agradecerá.

Miren que me gustan las combinaciones imposibles, pero esto es too much incluso para mí. Lo bueno del tema es que la combinación cuadros/lunares ahora no les va a resultar tan rara...


Como siempre, ya saben, pónganse lo que les salga de la punta del pendrive. 

martes, 10 de marzo de 2015

Lo que me queda, lo que me falta

Hay unas cuantas cosas que me faltan para pensar que mi vida es la pera pirulera... No son muchas y no son del todo imposibles...

- Que me cante la tuna. Soy más ñoña que una perdiz con ligas. Lo sé. Pero me pierde. Eso de asomarme a la ventana y que esos batmans llenos de lazos me dediquen una serenata, bandurria y pandereta en ristre, es una de mis ilusiones. Sinceramente, lo veo complicado, pero no pierdo la esperanza.

- Que alguien me componga una canción. Y a poder ser, que sea Sabina (no la tuna) puestos a pedir... Supongo que esto es un anhelo de mi ego. Si alguien le da el capricho, le estaré muy agradecida. También valen el formato poema o capítulo de libro. Por dar ideas...


- Tener otro hijo. Sí, el tercero. Estoy pirada. Y Mr Pi va a matarme cuando lo lea, pero es que me salen tan bonitos que he decidido repoblar el planeta. Si antes era ego, ahora es chulería... Así, sin más.

- Terminar el libro. Vale. En serio. Empezarlo. Es que me da vértigo embarcarme en otra guerra... Y si luego no lo lee nadie? Pánico al fracaso... 

- Hacer una sesión boudoir. De ésas ligeras de ropa... Ésta es una de las cosas con asterisco de urgencia, como lo deje mucho más tiempo, en vez de morbo lo que va a dar es lástima, y en vez de picardías de encaje van a tener que calzarme un albornoz con capucha...


 - Abrir un punto de venta en Dubai. Hay quien sueña con Montaigne en París o con alguna chic-street de Londres, pero a mí es ése rincón del mundo el que me tiene enamorada. Soñar con que esas mujeres con inmaculado eye-liner se enfunden mis vestidos... Eso sí que es un reto... Me alucinan esas ladies que invierten en alta costura no para mostrarla, sino para disfrutarla debajo de su caftanes negros...Eso sí es lujo.

- Aprender a hacer punto. Para cuando tenga nietos. Aunque, conociéndome, aún entonces estaré muy ocupada con medio centenar de proyectos...


Supongo que ustedes también tienen media docena de cosas que les quedan, o les faltan, por hacer. No desistan. Hay tiempo.

jueves, 5 de marzo de 2015

Con el puño en alto

Novias del mundo, sobre todo, esas novias que quieren un vestido con manga larga. Hoy me dirijo a ustedes. No se asusten, que, aunque me he ganado una fama de lo más reivindicativa, no van por ahí los tiros. Hoy, por lo menos, no.

En primer lugar, mi más sincero aplauso por huir de los palabras de honor y sus consecuentes dramas posturales. De verdad les agradezco este granito de arena que aportan al mundo de la moda nupcial que tanto ha sufrido con Divinity y Pinterest.

En segundo lugar, permítanme un consejo, una tontería de nada... Cuiden los puños, que además de para reivindicar, sirven para hacer bonito. Ya ven. Vale que el fin es más superficial, lo admito, pero es que lo que me faltaba ya era meterme en política...


Parece que últimamente sólo existen las espaldas de infarto, cosa que me congratula sobremanera, no les voy a engañar, pero, en ocasiones, parece como si la novia tuviera que hipotecar el resto del vestido por lucir una trasera de ensueño. Y no tiene por qué.

Un vestido sencillo siempre será un acierto, pero un vestido con detalles siempre será recordado. Ojo, que he dicho detalles, no un muestrario. Que hay quien se viene arriba y se le suben las piedras, encajes y demás aderezos a la cabeza... Y Naty Abascal sólo hay una.


Si hay un elemento que combine bien con la idea de un vestido sencillo, unas mangas sobrias y una espalda maravillosa, ese elemento son los puños. De pedrería, de encaje vintage, de pasamanería, brocados en relieve, con volantes acampanados, con lazos estilo Chanel... Que alguien me pare...

Sólo piensen en el tiempo que pasarán sentadas a la mesa, o de frente a sus invitados... No veo muy práctico hablar con todo el mundo haciendo un Pataky para lucir trasera. Más que nada por que si lo hacen así, además de quedar pelín raro, les auguro un par de infiltraciones durante la honeymoon...


Las manos serán protagonistas ese día, con los anillos, en la mesa, junto al ramo, secándose las lágrimas... Pónganlos al nivel que merecen!

Yo les doy la idea, ustedes sabrán qué hacer con ella. O no. O yo qué sé. Sólo les digo que piensen el vestido en conjunto y que procuren equilibrarlo. Ya saben que si se pierden por el camino, aquí estoy para ayudarles.


Piénsenlo y valórenlo, pero servidora apuesta por este valor en alza.