Redireccionando...

jueves, 29 de enero de 2015

Matar a la tía del pueblo

Este 2015 lo hemos empezado con la polémica del destape. Déjà vu? Resucita Paco Martínez Soria y se nos llena la península de suecas de moral distraida con ganas de bikini?? No señoras, qué va, es que a la pobre Pedroche se le ha ocurrido la idea de ponerse una transparencia y la han apedreado por ello. Muy del siglo XXI. De mente abierta y esas cosas...

El caso es que viendo un ratito de Pinterest me doy cuenta de que la pobre mujer no es que tuviera ganas de dar que hablar, es que no le ha quedado más remedio que enseñar hasta el misterio porque lo más molón en este año que todavía andamos estrenando es enseñarlo todo. Que debe estar caro el metro de forro, oigan.


Hubo una época en la que intentaron convencernos de que una camisa semitransparente y sin sujetador era lo más femenino del planeta. Se imaginan en una reunión, con la transparencia de marras y las largas puestas? Podrían ustedes pedir que les triplicaran el sueldo y seis meses de vacaciones...

Que digo yo que habrá mujeres capaces de destilar feminidad sin necesidad de enseñar hasta el DNI, pero bueno, los designers mega-guays dicen que no. Me asalta una duda... La indiscreción ésta habrá que combinarla con zapatos ugly de ésos y con la batamanta de Burberry? No hay un emoticono lo suficientemente contrariado para reflejar lo que siente servidora en este instante...

El caso es que de la blusa insinuante hemos pasado al vestido de novia guarrindonga. Así de sencillo.


Se imaginan la cara de la tía soltera del pueblo, forrada en un mikado de color exótico, ya saben, un must de las bodas: la que guarda las arras de una antepasada extranjera, la que tiene agua del Jordán en una botella de Font-Vella para bautizar a los churumbeles que estén por venir, la mantilla centenaria, que conoce al párroco de toda la vida y se ofrece para ayudar a dar la Comunión. Imaginen a esa mujer sentada en segunda fila agarrando el bolso contra el pecho, hiperventilando al ver a su sobrina del alma caminando hacia el altar enseñando todos y cada uno de los reyes godos. 

Esa mujer es trending topic antes de llegar al sí quiero, tiene canal propio en Youtube antes de lanzar el arroz y una propuesta en firme para colaborar como tertuliana de Tele 5 antes de acabar el sorbete de mandarina al cava. Eso si no muere de un infarto al tercer compás de la marcha nupcial.


Me van a perdonar, pero es que cada vez entiendo menos. Quién es la ilustrada mente pensante fashion hasta el tuétano, of course, que ha discurrido que las mujeres tenemos que enfundarnos en mantas de cuadros, botorras de suela ortopédica, camisas de leñador... y transparencias imposibles? O me sobra un casco o me falta un soldado, que dice mi padre. 

Será que lo difícil es llamar la atención si hacer bobadas, sin desfilar ordinarieces, sin ir de iluminado por la vida... Será que el genio es un bien escaso y las ganas de portada, sin embargo, es algo que sale por todos los grifos. 


Definitivamente, como se imaginarán, no me apunto.

martes, 27 de enero de 2015

Nadie quiere libre albedrío

Es un denominador común entre muchas de las novias de 2015: todas quieren una espalda de vértigo. Y todas quieren llevar sostén. Y que sea cómodo, claro. Y a poder ser que sea de encaje... Que digo yo que ya puestos a pedir, yo quiero un helicóptero. De color rosa. Porfa.

Vamos a ver, que esto no es opinión, que es física pura. Si no quieren ustedes una emancipación total y absoluta de sus pectorales de ustedes para algarabía de sus invitados, habrá que calzarse un sujetador. No me digan lo de las cazuelas cosidas al vestido otra vez porque no respondo...

Imagínense levantando los brazos para bailar el Macarena de turno... Hale, ya está. Todo fuera.  Tolón-tolón. Entienden ahora?


Espaldas de infarto? Yes, please, pero ojito con los milagros. Ya son unos cuantos años investigando sobre ingeniería íntima y hay algunos inventos que reconozco que funcionan relativamente bien. Ahora, les aviso, si se les ocurre quitarse el vestido y quedarse de esa guisa delante del recién estrenado esposo, les aseguro, como poco, que esa noche no consuman.

Hay una de mis novias que les llama coquitos... Escucharla e imaginarme a Balú de El libro de la selva es todo uno. Seguro que es una referencia visual que cualquier mujer necesita para el día de su boda. Fijo.


Dos cuencos marrón claro con textura de muñeca hinchable que se adhieren como lapas a la delantera de una. No me dirán que no suena sexy a tope. Por si les pareciera poco drama, se atan entre ellos para un efecto más estático. No tengo datos fiables porque no he probado el invento personalmente, pero me cuentan que hay quien ha recogido alguno de estos apliques cuasi ortopédicos de la pista de baile. Como comprenderán, no pregunté más.

Lo de las copas de silicona (nombre técnico), es apto hasta la talla 85 en mujeres de estilo bailongo comedido. 


Hay sostenes de copas normales en los que sólo se adhiere parte del contorno, una especie de alitas a ambos lados. Feos como un demonio, pero que aguantan hasta una 90. El drama no está en ponerlos, sino en quitarlos. Lo que les ponen no es pegamento, es algo sobrenatural. Lo dicho, esa noche no hay tema.

Por último están los alargadores, unas cintas largas que se cruzan por la espalda casi a la altura de la cintura y se atan en el ombligo. No ha nacido todavía la mujer a la que no le saquen un michelín tamaño rueda de camión cisterna. Ideal para sentirse estilizada.


Que digo yo, que no será mejor dejar que la gravedad y la inercia ejerzan su magia y nos dejemos de pegotes varios? O mejor, que dejemos de creer en los milagros?

jueves, 22 de enero de 2015

Mi dilema del mes de enero

Nunca he entendido esa manía famosil de calzarse gafas de sol tamaño vitrocerámica de cinco fuegos en sitios cerrados, sobre todo teniendo en cuenta que la intención era pasar desapercibidas... Siempre que salgo de un aeropuerto me dan ganas de ponerme unas maxigafas, subir los cuellos del abrigo, morderme los mofletes por dentro y agachar la mirada... Será la Anita Obregón que hay dentro de mí... Fotos no...

Pues, que sepan, que el tema está absolutamente demodé. Caput. Out. Lo de las gafas oscuras y lo de ir de incógnito, digo.


Ahora, como ya saben después de analizar absurdeces como las sandalias en febrero, de lo que se trata es de llamar la atención como sea. Si para conseguirlo hay que acabar ingresadas con neumonía, se siente. La fama cuesta.

Si ven ustedes que una semana en la UVI les viene mal, no se agobien, hoy les propongo una técnica menos dolorosa de conseguir miradas. Hacerse con unas gafas de sol raras.


Eso de comprarse gafas de sol para el sol de verano es algo de lo más vulgar. Como de revista semanal... Ustedes ya están en un nivel superior. A partir de hoy, tienen que ponerse vidrios oscuros aunque llueva para arriba. Eso sí, no vale cualquiera. Cuanto más raras, grandes e ilustradas sean las gafas en cuestión, mejor. Muerte al negro y a la concha. Las wayfarer tuvieron su medio siglo de gloria y las de aviador, pues eso, échenlas a volar.

Unas gafas con flores, brillos, aplicaciones o diseños dignos de un Dalí de la óptica. Todo vale. Todo lo que no sea convencional. Desde aquí les recomiendo unas de tamaño parabrisas de hormigonera, en verde degradé con flores doradas e incrustaciones de cristal amarillo, salpicadas de purpurina azul. Algo sencillo, vaya. Que no han ido a la peluquería? Que se han puesto un zapato de cada color? Que son ustedes de femen? No se preocupen. Nadie va a darse cuenta.


Pensándolo un poco, son todo ventajas, verán. 

En invierno, tapadas hasta las orejas, con bufanda y abrigo largo, le dan un toque de lo más cool al outfit. Incluso podrían no peinarse. Lo único, no combinen con peineta. Martirio tiene registrado el look.

Si se las ponen de noche entrarán de gorra a cualquier club que se les antoje, eso sí, por su integridad física, vayan del brazo de alguien o acabarán la velada con las gafas pero sin piños.

Si han tenido que salir de casa en emergencia y sin maquillar, bien sea al súper a por leche, o a urgencias con un churumbel, además de disimular la ojera, les darán a ustedes un aire de mujer de futbolista o actriz de Hollywood de lo más guay. Lo único, no olviden combinar con zapatilla de running. Arreglá pero informal.


La gracia les va a salir un pico, se lo advierto. Ya saben que estas absurdeces suelen salir caritas, lo que las hace todavía más apetecibles. Somos idiotas, permítanme que las incluya.

También les digo que con un poco de tiempo, habilidad, las 10 temporadas de McGiver en la retina y un par de bricomanías, pueden ustedes fabricarse unas. He encontrado un tutorial que parece tan fácil que no voy a intentar por si fracaso, y acabo yendo a terapia.


No digan de este agua no beberé...

No me miren con esa sonrisa de medio lado, a ver si les va a pasar como a ésta que escribe, que fue a comprarse unas gafas de pasta negras estilo tonadillera y salió de la óptica con unas parabólicas con flores de colores al más puro estilo Paco Clavel. Un básico, vamos. 

Como les digo, dilema resuelto y estrenado. 

martes, 20 de enero de 2015

Mis calcetines

No estoy segura de por qué pero últimamente al mundo le ha entrado la fea manía de meterse a organizar algo tan privado y personal como los armarios de los calcetines ajenos. Y, perdónenme, pero mis calcetines son míos. 

A veces tengo la sorprendente sensación de que algunas cejas se levantan, categóricamente desaprobadoras, cuando digo que tengo dos calcetines. Y, saben?, me importa exactamente un carajo.


Antes de ser madre, servidora era una fan de los tacones de aguja, de las revistas de canto gordo, me hacía la manicura en el sitio más in un par de veces al mes, salía a comer con amigas dos días por semana, cenaba fuera con Mr todos los viernes, me iba de fin de semana de chicas de vez en cuando y viajaba todo lo que podía. Y ahora también. Es más difícil, pero lo hago.

Supongo que eso me hace ser una mala madre de manual. Querer seguir teniendo mi vida. Eso, que aún no sé manejar la olla exprés y que no me sé de memoria las dosis de apiretal. No me gusta ir al parque y les doy chocolate cuando se reviran para calmarles. Lo sé, acabarán siendo unos inadaptados, unos despojos de la sociedad, nunca se realizarán como personas y toda la culpa será mía.


Por no haber ido cada tarde a la salida del cole a recogerles, por haberles dado biberón, por no haber bordado a punto de cruz personalmente su nombre en el baby, por haber elegido dos cesáreas, por trabajar todo el día todos los días, por las frutas de bote, por el tiempo para mí... Por esto y tantas otras cosas horribles, por todo, soy lo peor.

No sé por qué hay mujeres que cambian. Y mucho menos entiendo por qué creen destilan un aire de superioridad maternal. Saben qué? Que yo sigo siendo yo. Mala. Y egoísta. Muy egoísta. Hago lo que quiero y mis calcetines son míos. 

El caso es que estoy muy tranquila. Saben por qué? Porque una servidora, a día de hoy, es media de liguero, pero una vez fue calcetín. Y creo que no me ha ido tan mal.


Mi cuerpo tendrá que acompañarme, si todo va bien, muchos años más, así que quiero que siga gustándome. He hecho y haré lo que sea necesario para ello. Quiero enseñarles eso a mis hijos. 

Espero que dentro de 30 años, cuando vuelva a vivir sola con Mr, él me reconozca. No se enamoró de una madre, se enamoró de mí. Quiero seguir haciéndolo hasta entonces siendo yo, y en todas las nuevas facetas en las que tenga que conocerme. Y quiero que mis hijos aprendan eso. 

Mi trabajo, además de ser una forma de ganarme la vida, es mi mayor afición, es lo que me hace sentirme activa, creativa, poderosa... Que el trabajo te llene de semejante manera es una suerte que espero que mis hijos tengan también.

Si esto es lo que deseo para ellos, por qué debería renunciar yo a ello? Por qué hay mujeres que no entienden que esto es absolutamente compatible con educar de forma "responsable"?


Pónganme verde, no me importa. Perdónenme, pero mi armario de los calcetines, me lo ordeno yo. 

jueves, 15 de enero de 2015

Ta-chán

Nos ha costado meses. Muchos. Demasiados... Pero ya podemos decir bien alto que, al fin, tenemos shop online.

La intención es convertir nuestra shop en un sitio de referencia. En esa tienda virtual en la que encontrar maravillas para todos los días y para los días especiales.

Para empezar, les hemos preparado una selección de las piezas más emblemáticas de esta casa: Les Bérets, Les Feux d'Artifice o los Dandy, pero no vamos a quedarnos ahí, ya les podemos ir adelantando que encontrarán los clutch con más estilo, la bisutería más exquisita y hasta algunos complementos para ellos...


Las colecciones no se limitarán a primavera-verano y otoño-invierno, habrá ediciones especiales y colecciones cápsula durante todo el año. El caso es enamorarles constantemente.


Ahora sólo queda que se den una vuelta por allí. Que lo disfruten, al menos, tanto como nosotros.


*Pinchar en las imágenes para ver las colecciones*

martes, 13 de enero de 2015

Con gafas de sol

No sé si saben ustedes que a los fotógrafos que van a currarse las imágenes que hoy les enseño, les obligan a vestir de etiqueta para no desmerecer el evento. Y me parece requetebién, porque cuando una se pone de brillos hasta las cejas, no le apetece ver a un individuo en chándal pegándole berridos.

Si el que le grita a usted para robarle una fotito es un caballero con esmóquin, se le mira de mejor gana. 

El caso es que este año en la convocatoria de medios de los Golden Globe Awards han tenido que añadir un post-it de última hora que exigía a los periodistas gráficos un último toque para su outfit de currelo: unas gafas de sol, en plan pantalla total. Creo que les han obligado por un tema de riesgos laborales....


Y es que lo del brillismo de la red carpet de este año ha rozado lo sobrenatural. Por supuesto, con diferente resultado según modelo y modelada.

Para empezar pisando fuerte, tenemos a la incombustible JLo, que, no sólo no envejece, sino que cada año que pasa está más estupenda (la única maldad es referente a la diferencia de tonalidad entre pierna y cara, que parece que se le ha ido escurriendo el bronceado para abajo...). Además, ha interiorizado que una alfombra roja es espectáculo y exageración, y ha dado en el blanco. Señoras, por mucho que queramos copiar modelitos, un entrega de premios no es una boda.

Ni me gusta el escote hasta el ombligo, ni la abertura de la falda al más puro estilo canción de Estopa, pero el conjunto es de diva total. Un ole con la e muy larga. Bravo.


Si se trata de ser elegante y comedida sin renunciar al centelleo, les muestro dos opciones. Arriba Diane Kruger con un vestido correctísimo y abajo, una Julianne Moore con brillos y plumas que, aunque no es que me mate de gusto, tampoco me chirría en exceso. 

Les aconsejo que descansen la vista antes de seguir leyendo.


Más brillos? Marchando! Reese Whiterspoon se tira a la piscina con un escote corazón. A ver. A muerte con el tejido y la caída de la falda, pero el escote... Reese, querida, no te sigo, y si, además, me pones la manita en la cadera de semejante guisa... Va a ser que no. Y yo que a esa falda le habría puesto una camisa blanca...


Si ven ustedes que tanto bling-bling les satura, no se preocupen, que también encontramos la versión light. Unos agujeros estratégicamente colocados o un 50% del vestido en pedrería también nos valen. No empatan, pero cumplen la misión.


Si los brillos al peso son glamour en casi todas sus versiones, no lo es el drapeado. Claramente no. Vamos, ni en broma. A estas cuatro mujeres que les enseño un poco más abajo les ha vestido el enemigo. 

Todavía estoy por ver un solo drapeado que no haga a viejuna. 

Lo del tejido plisado ya me remata. Es como si se enfundaran el trabajo de fin de curso de un chiquillo de primaria...


Las imágenes las pongo más chiquitinas para que no se les evapore a ustedes el gusto...


Y como todo no iban a ser desgracias, aquí les lanzo mis elegidos.

Para empezar y generar un poco de polémica, me pido el vestidazo de Conchita Wurst. Voy a repetir: me pido EL VESTIDO. Cualquier matiz sobre el outfit capilar de la colega, lo obviamos, les parece?


Por diferente y elegante, incluyo en la lista el traje de Emma Stone. Lo del palabra de honor se lo perdono sólo por ponerles cola a unos pantalones. Sublime. 


Y por último, añado a mi coloridísima Lupita. Me gusta la combinación de volúmenes y el colorido. Lo único... Que digo yo que a esta chica ya no le quedan colores, no? 


Hasta aquí la crónica de la red carpet de este año. Sophie, et voilà! siempre al servicio de la moda!

jueves, 8 de enero de 2015

No-Propósitos

Así es como se empiezan todos los años, no? Uvas, cuñados, un vecino pirómano y media docena de propósitos healthy-beauty de la muerte. Intenciones de ésas auspiciadas por un par de copas de champagne, cava, sidra o lo que proceda.  

Así llevo los últimos... Qué se yo... 20 años? Prometiendo en vano. Pero este año no me pillan. Este año he hecho una lista infalible: la de propósitos que no pienso cumplir. 

1- No pienso apuntarme al gimnasio. Al menos no hasta que inventen un gym en el que sólo por pagar la cuota, se adelgace, se tonifique y se recoloque todo en su hipotético sitio. Sudada no estoy nada favorecida. 





2- No voy a apuntarme a ningún cursillo. Ni de repostería, ni de fotografía, ni de ganchillo. Qué manía con aprender. Nada. No voy a coger más vicios, que con los que tengo hasta ahora ya voy sobrada. Este no-propósito viene patrocinado por varias amigas a las que suelo acabar arrastrando conmigo y que me han pedido expresamente que no me apunte a nada. Va por ellas.


3- Pienso seguir sin darme la crema de noche. Ea. Ella está tranquila ahí en el cajón. Yo no la molesto y ella no me molesta. Tenemos una relación cordial, por qué estropearla?

4- No voy a ahorrar. A estas alturas de la película no vamos a engañar a nadie. 


5- No me voy a quedar embarazada again. Al menos, este año no. Pasar por dos mutaciones en pez globo en menos de dos años creo que ha sido suficiente aportación a la humanidad. Empezar y acabar el año con la misma talla va a ser toda una experiencia.

6- Al hilo de lo anterior y por seguir eso de que para realizarse hay que tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro... Lo del libro lo pongo en pause, pero lo del árbol, ni en broma. Que lo difícil no es plantarlo, es que no se me muera. Frustraciones las justas, gracias.


7- No pienso llamar más a mi madre. Principalmente porque si le llamo un minuto más al día, nuestras conversaciones se considerarían jornada laboral.

8- No voy a ser mejor persona. Adoro ser malvada. Ser buena me mata de aburrimiento. 

Y hasta aquí mi no-propósitos. Un balde de sinceridad, ya saben.