Redireccionando...

jueves, 29 de mayo de 2014

Mi dilema del mes de mayo

Esta mañana he estado salseando por algunos de los blogs de moda más punteros, de esos de los que no termino de pillar el punto, vaya. Esos en los que la colega es multitarea: lo mismo te escribe un post de tendencias desde Miami, que te pincha música en una fiesta súper-hipster en Río, que te presenta un programa de la tele rusa o te hace una tortilla de patata con cebolla debajo de la Giralda. Todo ello con un maromo sacando fotos detrás, claro. Todo muy natural.

Además, todas estas habilidades las ejercita vestida de una forma en la que servidora no iría en ningún otro caso que no fuera bajo amenaza de muerte dolorosa. Lo siento en el alma, pero no termino de encontrarle la gracia al desharrape voluntario.


En fin, el caso es que una de estas chicas tan polifacéticas es embajadora de Nike en España (supongo que la embajada será el Fórum) y presentaba la nueva colección en colaboración con Liberty London en su blog. 

Y va, y me gusta. Sofía, tómate la temperatura porque no estás bien. La conversación conmigo misma ha sido intensa. Pero si no tienen tacón! Ahí me he dado donde duele. No hables de esto en el blog porque ni va de bodas ni de nada parecido al estilo Sophie et voilà! Toda la razón, pero no he podido evitarlo.


Para madurar el tema he tenido la nada original idea de buscar imágenes con el criterio "liberty nike" en Goolgle. Ante mí han aparecido dos millones de versiones Candy-Candy de las playeras menos femeninas de la historia. Será eso de que los extremos se atraen... Pero a cada cual que veía, me gustaba más...

El caso es que este subidón de no sé muy bien qué, ha ido bajando al tiempo que he ido de legal y me he metido tanto en la página de Liberty London, como en la de Nike... Y resulta que la colaboración viene haciéndose hace años (es que no estoy nada puesta en zapatillas, señoras, discúlpenme este derrape fashionista), con lo que toda esa marabunta de zapas ideales correspondían a temporadas anteriores. Drama.


Resulta que este año toca el estampado azulito, que ni fú ni fá... y, además, las más monas, están agotadas desde el minuto dos de sacarlas a la venta. Esto de que nos creen estas necesidades absurdas y luego nos dejen con la miel en la boca me enerva profundamente... Lo admito. Así que mi dilema del mes de mayo ya tiene solución, hale. En el fondo, tampoco me gustaban tanto...

miércoles, 28 de mayo de 2014

My big black skirt

Las revistas de canto gordo llevan años dedicando un par de páginas en cada número a los LBD (little black dress, que parece mentira que a estas alturas todavía haya que explicarlo, o sea). Así que mi deducción es que, o andan cortas de imaginación, o les está costando mucho convencer a la población femenina de que enseñen piel con un vestidito negro, y por eso insisten hasta la saciedad. Cansinas, que sois un poco cansinas...

Se supone que la prenda en cuestión les saca a ustedes de apuros (es el McGiver de los vestidos, vale para todo) se puede combinar fácilmente con cualquier color y prenda de encima: blazers, chaquetas de punto, cazadoras vaqueras... (lo que les decía, un LBD, un chicle, un palo de Chupa-Chups y pueden ustedes ir a recoger el Oscar). No hay cena navideña de empresa en la que no se vean unos cuantos. Pura innovación.


No seré yo quien niegue que el tema funciona (que una es crítica, pero no idiota) pero les prometo que si optan por algo así, a outfit aburrido no les va a ganar nadie. Bien es cierto que el negro estiliza, es elegante y sobrio... Así que por qué no aprovecharlo de otra forma? 

A estas alturas de mayo sólo media docena de afortunadas tienen un tono de piel legalizado como para lucir sin mangas o sin medias, y, por otra parte, a ver quién es la graciosa que con días de 25 grados y sol radiante se enfunda unas medias... Solución: una falda larga y negra. Tachán. 


Aceptamos volumen, plisado, cuero, crepe... Lo que se les antoje. El acierto es seguro. Con tacones y una camisa (blanca!) perfectas para ir a trabajar o para un evento, y con sandalias planas y algo en algodón o punto por arriba, estupendas para el fin de semana...

Sólo les pido un favor de nada, que la falda de marras llegue hasta el suelo. Las faldas al tobillo son poco favorecedoras, acortan la pierna y no creo que eso sea algo deseable en ningún caso. Si les sobra pierna, aquí aceptamos donaciones. 

Corrijo, les pido dos favores, el segundo que marquen bien la cintura. El oversize debe morir cuanto antes.


Reutilizable en otoño con jerseyes de punto, es una buena opción hasta que las piernas puedan asomar dignamente sin reflejar la luz del sol.

El tema de las maxi gafas de sol es opcional, pero reconozco que le da al tema un rollito más casual... 


No pueden quejarse, hoy también les doy una idea fácil y sencilla. Muy Bricomanía. Pidan por esa boquita y díganme si quieren un post sobre algo en concreto, que una es creativa, pero agradece la inspiración ajena...

martes, 27 de mayo de 2014

Secreto de confesión

Si es usted una de esas mujeres (entre las que me incluyo) que lleva en el bolso más llaves que San Pedro, un par de tickets de aparcamiento de hace un mes, una galleta de la merienda del churumbel envuelta en papel albal bien arrugadito, un paquete de kleenex con un solo pañuelo, una crema de manos que jamás utiliza, y media docena de monedas de céntimo dando vueltas por el fondo... Le advierto que este post le va a generar mucha ansiedad.

Los bolsos transparentes han venido para hacer de su vida, y de la mía, un infierno.


Reconzco que el tema de los bolsos es bastante recurrente en el blog en las últimas semanas, pero no me negarán que me lo ponen muy fácil... 

Ahora resulta que ya no podemos tener secretos. Tienen ustedes que pensar mucho y muy bien lo que meten en el bolso porque lo va a ver todo pichichi. La intimidad ha muerto. A ver qué hacen ustedes ahora con el paquete de chicles empezado que solían meter en el bolsillo interno!!


En este caso da lo mismo si el bolso es pequeño o grande, el drama es igual. De hecho, creo que sería la única motivación por la que compraría un microbolso... Tener menos posibilidades de llenarlo de cosas inútiles...

Con razón en los desfiles los llevan vacíos... No veo lo de meter el ticket del Eroski que acaba usted de estrujar como pudo dentro del bolso mientras cargaba tres bolsas en cada mano... No me coordina...


Ahora su problema se multiplica, si bien es cierto que no deberán pensar si el bolso les coordina con el pintalabios, tendrán que hacerse con una cartera, monedero y funda para el móvil a jueguito para que en vez de bolso no lleven ustedes la bolsa de los horrores. despídanse de meter la bolsa de su compra en la farmacia dentro de su bolso de mano o destrozarán la armonía del outfit.

Lo veo venir, al final el bolso llenito de sub-bolsitas para guardar el kit de los días femeninos, la media docena de juegos de llaves y esa retahíla de cosas absolutamente prescindibles que solemos llevar habitualmente.


Practicidad en estado puro una vez más. Adoro a esas mentes pensantes del mundo fashionista, porque sin ellas, este blog carecería de salsa picante... Eso desde el punto de vista de blogger, porque como adicta a los bolsos, es como para empezar una masacre anti coolhunters...

Señoras, una vez más, ustedes deciden si enseñar al mundo sus intimidades. Personalmente, me abstengo. Aunque solo sea por esconder el chupete que anda pululando por mi bolso los últimos tres meses...


 Espero poder hablarles de otra cosa diferente mañana...

viernes, 23 de mayo de 2014

Bye bye Dukan

No se asusten. No es que me haya dado la venada healthy ahora que el bikini empieza a asomarse con cara de "voy a sacar lo peor de ti" y vaya a hablarles a ustedes sobre hacer dietas tan absurdas como la de la alcachofa, la de los helados, la de los tés... O la de comer a la pata coja, guiñando un ojo y cantando Mi carro mientras engullen desesperadamente un batido de siete frutas que hace un mes no sabían que existían. No va por ahí el tema. No se pongan nerviosas.

No me extraña que a veces nos traten como si fuéramos idiotas. Es que a veces nos esforzamos tanto en parecerlo... "Y tú qué dieta haces? Yo? La superprotéica. Pues yo la macrobiótica. Uf! Ahora la que lo está petando es la hiperhistérica..."


Tengo la firme teoría de que las dietas de los endocrinos/dietistas/magos funcionan, no tanto por la combinación magistral de alimentos, sino por la vergüenza torera de subirse a la báscula delante de una señora con bata blanca que nos agarra el michelín con una llave inglesa de diseño y que nos mira con desprecio si no hemos bajado ni un gramo (amén de esos médicos perversos y sádicos que te pintan las zonas rebeldes con rotu negro gordo de los de precio de frutería...). Ese momento es traumático para cualquiera.

Si es usted de las que a estas alturas de la temporada van con el termo lleno de un líquido verdusco pegado a la mano y no comen más que barritas de ésas que se supone que saben a chocolate/fresa/vainilla pero que en realidad son como darle un mordisco a las Páginas Amarillas, claramente, éste no es su post.


Les diré que después de dos hijos y pasados los 30 esto ya no es lo que era, no les voy a engañar. Pero también las digo que no pienso desintoxicarme de mi adicción al McDonalds, que voy a seguir comiendo un balde de palomitas cada vez que consiga ir al cine, que no voy a dejar a un lado del plato la nata que adorna los postres y que voy a seguir comiendo gominolas hasta que me hagan clienta VIP de Happy Pills. Vivir sin eso no merece la pena.

Si todo eso hace que me crezca el pandero y que las cartucheras ocupen nuevos espacios, no es problema. Me paso a las faldas con volumen. Eso sí que es un milagro. Afinan la cintura y esconden lo menos perfecto de nosotras mismas, a la vez que resultan implacablemente femeninas. Tiembla Dukan...


La versión vestido con falda voluminosa ya está un poco manida (aunque funciona maravillosamente... Me lo imagino en piqué...) y puede resultarles un tanto formal, así que les propongo una combinación con camisas. Utilicen las faldas como si de unos jeans se tratara. Eso sí, no me sean sosas y apuesten por un estampado alegre. Imprescindibles bolsillos.

Sobre la largura... Como siempre, depende. Por encima de la rodilla con zapato plano, y por debajo con tacón. Más trucos: si tiene usted mucho pecho evite la cinturilla ancha. Abracadabra, acabo de quitarles le mal rato de tener que ponerse a dieta.


No les engaño, cuando se quiten la falda, el enemigo seguirá estando ahí. Mirándoles y sonriendo de medio lado... Pero ustedes ya habrán vencido el día estando divinas. Quién gana entonces?

jueves, 22 de mayo de 2014

En la red

Hace ya algunos meses que decidí, a cuenta de que una de ustedes me pusiera las pilas, por cierto, entrar en esto de las redes y en eso que llaman la blogosfera. Miren si no hay nombres y tenían que llamarle con nombre de enfermedad contagiosa... "Qué me pasa doctor? Padece usted de blogosfera..." No me digan que no suena terminal... Con lo originales que son para combinar trajes de fiesta cuajaditos de plumas y piedras, con chanclas de maromo alemán de veraneo en Torremolinos, y van, y al mundillo de los blogs, le ponen semejante apodo.



Hace poco un lector no identificado me apuntaba en un comentario que le parecía irónico que yo, que, en sus palabras, me dedico a vender moda, critique esta obsesión con copiar todo lo que sale en los blogs y que les anime a ustedes a llevar lo que quieran. El caso es que el comentario me hizo pensar. Hay algo que no les estoy transmitiendo bien...

Permítanme que me explique. 

Señor o señora Anónimo, encantada. Verá, yo no vendo moda, yo vendo lo que ustedes quieran. Con una sola condición. Que me guste. Y, lo siento, pero en esa filosofía no entra el copiar el último modelito de la mujer de un Triunfito, ni de la filipina de la portada de Hola!, ni de la hija del ganadero de turno. Si alguien pensaba que Sophie et voilà! es una fotocopiadora, lo lamento profundamente, pero estaba equivocado.



Esto va de sentarse con las clientas, hablar y disfrutar. No va de entrar en un probador con dos tallas del clon del vestido de Fulanita de Tal, condesa de Yoquesé. No va de imponer mis diseños mientras acaricio a mi Chihuahua, Karl, con collar de Svarowski y comedero de diseño escandinavo. Esto va de darse un capricho, de diseñar aquello que les hará estar más guapas a cada una de ustedes. De encargar un vestido modelo porquemedalagana, o de trabajar entorno a una idea hasta llegar al vestido de novia de sus sueños. Sophie et voila! es lo que ustedes quieran que sea.

Y además Sophie et voilà! tiene este blog. Una ventana nada discreta desde la que me permito la licencia de opinar sobre lo que me gusta y lo que no. 



Por si alguien le quedan dudas del estilo que se trabaja aquí, pueden ustedes despejarlas viendo lo que sí nos gusta en el mundo mundial de la moda en Pinterest, y si aún así no terminan de ver bien lo que hacemos, pueden ver los trabajos en tiempo real en Instagram. No me dirán que no les pongo facilidades.

Así que señor o señora Anónimo, lo que hago no es una contradicción, sino algo incluso demasiado lógico. Espero haberme explicado.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Bolsos resumidos

La cena del pasado sábado dio mucho de sí. Las ideas para los posts brotaban de cien en cien. 

NOTA MENTAL: salir de cena de chicas no es vicio. Es trabajo en equipo y fuente inagotable de inspiración. Repetir mensualmente en formato nocturno y semanalmente en formato diurno.

El tema de hoy surgió en el momento en el que una de mis amigas solteras y sin hijos abrió su clutch maravilloso y sacó de su interior dos tetinas. Relean. Efectivamente. Pone tetinas. Y no. No es el nombre en italiano de ningún objeto de deseo fashionista. Dos tetinas son exactamente eso: dos bocas de silicona para que los hijos de ustedes se tomen el bibe.


El cómo las tetinas en cuestión llegaron al clutch de mi amiga es una historia que puede que les cuente en otro momento; lo que me dejó perpleja de ese hito, y es de lo que hoy quiero hablarles, es el hecho de que cupieran en semejante micro-bolso.

Son muchas las veces en las que clientas del atelier me piden un clutch en el que quepan cosas... Las gafas para ver el menú ("fíjate Manolo, no han puesto marisco..."), el pañuelo para secarse el lagrimal con tanto cuidado que parecerá que estén ustedes desactivando un artefacto explosivo, o las llaves del coche que su marido no podrá conducir después de bailar Macarena con la abuela del novio...


Pues verán, no contentas con invadir los escaparates con chancletas de guiri en modo golden, lo que han decidido las crueles mentes pensantes del mundo de la moda, es que los bolsos cada vez sean más y más pequeños. Así que discernir entre lo que se mete dentro y lo que debe abandonar el programa, se ha convertido en objeto de estudio.

Los nominados son:

Cartera. Ni hablar. En las bodas no se necesita dinero, ya lo han gastado ustedes todo en los preparativos, y si el evento no es un enlace, con lo monas que se han puesto ustedes, ya habrá alguien que les invite. Metan un billete de 50 dobladito por si hay que salir corriendo en taxi. 


Gafas para leer. En ningún caso. El tocado que lleva usted no está diseñado para combinar con monturas al aire. Un secreto. Ese tipo de gafas sí se ve. Le digan lo que le digan en la óptica. En la misa se lee todo en voz alta, y el menú lo va a catar, así que no se preocupe  usted porque no va a perderse nada por no llevar microscopio. 

Móvil. Hombre, depende del tamaño. Hasta tamaño iPhone, vale, pero si el suyo es una mezcla de teléfono y tableta tamaño azulejo, mejor llame desde el teléfono de esa familiar que sí llevó bolso XL. Es muy probable que entre 150 invitados, alguien lleve uno.


Gafas/llaves/cartera de su marido/novio/acompañante. Ni en broma. Si quiere un sherpa, que se vaya al Tíbet. El traje masculino cuenta con dos bolsillos en el pantalón, dos internos y tres externos en la chaqueta. Mi no entender esa manía de llevarles las cosas en el micro-bolso.

Resumiendo y sin asegurar que el bolso cierre del todo: un billete, el DNI (muy de madre eso de "por si tienes un accidente"), el móvil y las llaves propias. Con suerte, pintalabios. Ahora lo que no entiendo es por qué el resto de los días cargamos con un bolso tamaño maleta para un mes en Noruega y que, además, pesa 40kg... 

martes, 20 de mayo de 2014

Compatibilidad de pareja

Este es uno de esos posts que se le ocurren a una un sábado noche con amigas, con una copa de vino blanco en una mano y el ideal (pero incómodo hasta muerte) clutch en la otra. Para que luego digan que la gente deja de fumar por la salud... Tonterías. Es porque no tienen una tercera mano. Los clutchs han hecho más por la campaña antitabaco que cualquier frase lapidaria de las cajetillas de cigarros.


Al tema, que me descentro. El caso es que mi amiga, llamémosle C, monísima ella, iba con una blusa de gasa plisada en tono nude hasta la cadera (un corte estudiadísimo después de dos hijos), con un espectacular collar tipo babero cuajado de rosetones maravillosos, con la melena perfectamente trabajada a base de plancha (que levante la mano aquella de ustedes que sea capaz de ondularse el pelo dignamente en menos de media hora) y con tacones de los de arrepentirse al día siguiente. Evidentemente, el outfit no fue una invención del último minuto.


El plan era de parejas. En un restaurante de moda y en modo celebración. Pero el drama de mi amiga C no fue allí, sino un rato antes, en su casa. Su marido, llamémosle F, estaba a punto de abrir la puerta en dirección al coche cuando mi pobre C dio un alarido de terror que dejaría a El Grito de Münch en un mero OMG. 

F pretendía ir a la cena con las Converse.


Gracias al genio y figura de mi C, F reaccionó a tiempo, pasó por boxes y cambió de ruedas justo a tiempo para que mi horrorizada amiga no sufriera un colapso nervioso del tipo "pero tú me has mirado bien?" y comenzara a señalarse a sí misma al tiempo que su ceja derecha subiera más allá de lo físicamente posible.

El final de la historia fue feliz. No hubo heridos.


Entiéndanme, entre asemejarse al combinadísimo binomio Norma Duval-Marc Ostarcevic, y que parezca que a su marido/novio/acompañante le han perdido la maleta y se la han sustituído por la bolsa de entrenamiento de Rafa Nadal mientras usted se dirige a recoger un Oscar, hay muchas paradas intermedias.

El caso es que la historia también tiene reverso, que no piensen los caballeros que el tema va contra ellos... Mujeres que se ponen tacones para ir al fútbol, se pintan con eye-liner para hacer footing, o se calzan una minifalda para ir en moto... Un poco de coordinación por favor. 

viernes, 16 de mayo de 2014

Milagros y otras maravillas

A veces se me escapa una sonrisa sin poder evitarlo cuando alguna de mis clientas se sienta, me mira, y seriamente me pide imposibles tales como "un vestido para ir a una boda impecable, pero que luego pueda ponerme en cualquier momento", que es la versión polite de "un lo que sea que pueda amortizar, porque tengo el armario hasta la bandera de vestidos de usar y guardar". 

Una aparición mariana es más factible que el hecho de conciliar un outfit para la entrega de los Oscar y para hacer la compra en el Carrefour, pero no es del todo imposible.


En este tipo de retos es donde cuadran como nada las blusas maravillosas. No pongan los ojos en blanco, que no voy a volver a hablares de las camisas blancas...

De organza, de satén, de gasa, o de casi cualquier otra cosa, las blusas son capaces de sacarnos de un apuro muchas veces. Hágase con un un buen pantalón (de pinzas, palazzo... Da igual) y plántele una camisa con gracia (si no tiene, don't worry, ya se la hago yo), tacones infinitos y ya está usted lista para la boda/bautizo/comunión/inauguración/evento de turno. Me dirán que lo ha puesto difícil!

Eso sí, teniendo en cuenta que la camisa será absolutamente ideal, le entrarán a usted unas ganas incontenibles de ponérsela más a menudo, por lo que hágase también con unos vaqueros de los buenos y unas parisinas combinables. Las más chic del terraceo.


No me diga que no le está apeteciendo... Una blusa en crepe de seda con un poco de manga y una lazada en un hombro... Una de satén con mucha caída y unos volantes en las mangas... Una muy larga en estampado de pañuelo... 

Personalmente, me las pido todas, que la primavera por aquí es muy larga... y los domingos de paseo una se encuentra con mucha enemiga de la infancia y esto es una fórmula infalible para un rechinar de dientes. Mala yo?


En seda o con un punto de mezcla para poder lavar en casa, este año es el año de las blusas en el Atelier. Y no porque lo haya decidido la que escribe, sino porque lo han pedido ustedes, que, al final, son las que deciden lo que se ve en la calle y lo que acaba por ponerse de moda realmente. Y me parece tan buena idea, que me uno a la causa camisera.

Si me preguntan un color, siempre les diré que blanca, pero reconozco que un buen amarillo o un azul marino pueden convencerme fácilmente.


Piénsenlo, es una pena volver a comprar el enésimo vestido que jamás volverá usted a ponerse.

jueves, 15 de mayo de 2014

Princesa? Paso, prefiero ser reina

Se han dado ustedes cuenta de que en todos los cuentos, la prota que mola es princesa? O, al menos, aspira a serlo, bien luchando por que un rey reconozca su paternidad (muy Sálvame), o bien en modo aspirante para entablar casamiento con infante azul (a muerrrrrrte con Quien quiere casarse con mi hijo?)... 

El caso es que llevo un ratito pensando que ser princesa no tiene ninguna ventaja. Vive usted en el castillo de sus padres, con el control de horarios, comidas y demás protocolos que eso conlleva (y eso suponiendo que no pese sobre su cabeza algún horrible maleficio). Depende económicamente de ellos y hasta es posible que le planten a un Duque más feo que un oso a modo de eterno compañero... Por no hablar de que pasarse la vida recogiendo flores de los jardines de palacio o bordando pañuelos de seda no es una rutina que atraiga al gran público precisamente...


Lo que sí que mola es ser reina. Ahí ya lo tienen ustedes todo hecho. El castillo es suyo en propiedad, el rey ha asumido que manda usted y no tiene que rendir cuentas a nadie. Los conjuros los hace usted misma y la cabeza la tiene amueblada y hasta con las cortinas puestas. Aunque puede que el cuerpo no sea el mismo que cuando recogía flores, sigue estando estupenda y los Valentino le sientan mucho mejor que hace un par de décadas.

Si esto es tan evidente, por qué nos empeñamos en vestirnos de princesa y no de reina? Hablo por las novias concretamente...


La generación de mi madre se casaba a los 20, y la mía a los 30. Servidora puede entender que alguien que pase por el altar recién superada la barrera legal para tomarse una cerveza, aún tenga fresco en su retina el cancán de Cenicienta, pero cumplida la treintena no hay excusa para venirse arriba y aspirar a protagonista de blockbuster infantil de las próximas Navidades.

Si se casa usted más allá de los 30, está repitiendo experiencia (o tripitiendo, que se dan casos), o, simplemente, nunca aspiró usted a lucir tiara prestada, plantéese ser reina.  


Estoy segura al 99% de que para hacer los papeles del casamiento no hace falta adjuntar certificado de mínimo de metros cúbicos de falda de traje de novia. Igualmente, estoy convencida de que nadie le confundirá usted con una invitada (aunque sólo sea por aquello de que a la boda de una, se suele invitar a gente conocida).

Luzcan ustedes estilosas por favor. Olviden los cortes sirena, los palabras de honor, los volantes de organza, los brillismos en la cadera, los drapeados, los escotes corazón de encaje, los cancanes exagerados y los velos amantillados.


Opten por el crep de seda, el tweed, el tul, las mangas largas, la combinación de tejidos y, sobre todo, por la sencillez del buen gusto.

Claramente, si tengo que elegir, prefiero ser Maléfica antes que la ñoña de la Bella durmiente...

miércoles, 14 de mayo de 2014

Con el mono

Sí señoras. Efectivamente. Éste es el post número dos millones cuatrocientos cincuenta y tres mil seiscientos setenta y tres, dedicado a los jumpsuits que leen ustedes esta temporada. Espero que no les importe si el tema está un poco manido a estas alturas... Al fin y al cabo, este blog va de moda, bodas y varios, y dejar escapar el tema sería poco profesional.

Realmente, no tengo nada nuevo que aportar. No les voy a engañar. Siendo sincera, hoy vengo a quejarme.


Por lo menos he tenido la ocurrencia, en un alarde de creatividad, de no acompañar los monos de marras con canotieres de paja. Y es que ya no puedo más. Que es ir a una boda y aparecer media docena de monos, todos primos hermanos entre ellos, con sombreros de gondolero a modo de uniforme de amigas/primas de la novia. 

No seré yo quien critique la prenda en cuestión porque me rechifla. Todo lo bueno de un vestido y todo lo bueno de un pantalón en una misma prenda. No se puede pedir más... El caso es que lo que no termino de entender es lo de ir todas iguales a las bodas...


Los colores estrella son el buganvilla, el rojo bólido y el verde hoja, con la opción de combinarlos entre ellos y hasta de añadir otro tono (generalmente el morado). El canotier suele ser de color pajizo con peonías en tonos rosas. Les suena el outfit?

Han apuntado todo bien? A ver si resulta que en las bodas de este año se va a exigir dress code, no van a estar ustedes enteradas, y van a ser el hazmereir del enlace. 


Permítanme que me repita y les diga que los monos me encantan, que adoro las espaldas abiertas y los tejidos con movimiento... Pero no puedo soportar, me saca de quicio y me pone muy nerviosa ver a seis personas vestidas igual en una boda. 

Qué fue de los vestidos? De las blusas y los pantalones, de los trajes...? Ahora resulta que para ser original, una novia debe llevar zapatos blancos y una invitada debe llevar un traje de dos piezas... Innovador, no creen?


Se lo pido por favor, de rodillas y con la frente en el suelo, sean ustedes mismas. Déjense de modas, de blogs, de iconos de estilo y demás petardeos fashionistas. Aquellas personas que marcan estilo son las que ignoran todo eso, se han dado cuenta?

martes, 13 de mayo de 2014

Never ever para hombres que van a una boda

Caballeros que tienen una boda en ciernes, señoras que asesoran a caballeros con una boda en ciernes y público variado del mundo mundial, hoy les propongo un decálogo de lo que nunca jamás deberían ustedes ponerse para asistir a tal evento. Así, a pelo. Que luego se ve cada drama...

Comenzamos:

1) Camisa de manga corta. Es usted propietario de un chiringuito en Bahamas? No? Pues entonces acaba usted de descartar la única excusa por la que es legal llevar puesta este tipo de camisa. Que hace calor? Pues se siente. Más sufrirá su mujer/novia/amiga tratando de meter la cartera y las llaves de usted en el micro-bolso de turno.

2) Camisa lavanda/vainilla/negra/taupe. Da igual que los colores tengan nombre de dulce, de olor o desprendan acento francés. Tienen un denominador común: son feas. Así de claro. No arriesgue con su suerte y limítese a los blancos y los azules. En algunos casos se admite a trámite el color rosa, pero  hacen falta, al menos, un par de horas viendo fotografías de The Sartorialist previamente como condición indispensable.


3) Alfiler/pinza de corbata. Sólo hay una cosa comparable a semejante engendro, el anillo con sello y brillantito en ristre. En este punto no hay concesiones: ni en broma. Si en su armario hay alguno en versión escudo de club de fútbol, hágaselo mirar, y si se lo regaló alguien, elimínele de su agenda de contactos. No le quiere a usted bien...

4) Corbatas tipo pañuelo. Sólo en al caso de que tenga usted melena encaracolillada negra hasta media espalda, la lleve engominada y tenga una medalla de oro de la Virgen de la corbata estrecha de más de medio kg colgando de un cordón tan grueso que podría amarrar un ferry con capacidad para 5000 pasajeros.


5) Cinturones con hebilla de chapa. No hay nada más traumático que ver a un hombre vestido de traje soltarse el botón de la chaqueta, abrirla, y que un destello metálico nos ciegue la vista. No nos importa que ponga Vuitton o Herrajes La Maja. Las hebillas rectangulares están en proceso de ser legalizadas como sustitutas del chaleco reflectante en caso de accidente. No les digo más.

6) Zapatos sin cordones ni hebilla. De ésos que tienen goma a los lados del empeine. En el colegio nos enseñaban a atarnos los cordones a los tres años. Doy por hecho que, igualmente, saben ustedes anudarse los cordones, así que no hay excusa para lucir semejante despropósito. 


7) Traje de lino. Si la boda es un yate de unos 50 metros de eslora, tiene un asistente personal que le planche el traje cada hora, y se apellida usted Velencoso, es factible. Si no es así, absténgase de ir hecho un cuadro por favor.

8) Trajes tornasolados. No se saben si son negros rojizos o marrones blanquecinos, emiten destellos capaces de verse desde Marte, por lo que han alterado las trayectorias de varias naves aeroespaciales siendo oficialmente prohibidos por la NASA. 


9) Levitas. Muy combinables con los puntos 4, 5 y 8. Si además sabe usted dar palmas y tiene un cajón, tiene asegurado un puesto de honor en el vídeo de la boda.

10) Gafas de sol. Da igual cuáles, aunque las de tipo mosca son para pedir aplauso largo y bises. La combinación traje-gafas de sol la inventó un invitado de ésos que no entran a la iglesia y prefiere esperar fuera. Si le molesta a usted el sol, entre dentro, que, además, se está fresquito. Normalmente se trata del mismo individuo que es el primero en quitarse la chaqueta en el banquete.

Han sido 10, pero podían haber sido 20...

lunes, 12 de mayo de 2014

Soy fan

Hace unos días compré en el aeropuerto el Hola! Alta Costura. Una malísima decisión, por cierto. Cargar todo el día con un kg de haute couture al hombro no es nada recomendable para la espalda... Amén de que todo el mundo mira raro cuando empiezo a hacer anotaciones en los márgenes o saco fotos con el móvil...

Si a eso le suman ustedes una cuadrilla de unos 15 ingleses vestidos de tenistas de los años 70 (pero muy bien caracterizados, eh? Nada de pelucas rubias y tutús de bailarina...), media docena de bostezos por minuto y un café americano, ya tienen mi viernes por la mañana.


Con respecto al contenido de le revista en cuestión, pues verán, un poco desilusionante. Se supone que la alta costura es el lujo llevado a su máximo exponente, la exquisitez más absoluta... Y tuve que rebuscar entre las páginas para no encontrar más de diez hojas que merecieran la pena...

Sólo me quedo con dos colecciones, la de Giambatista Valli y la de Stephane Rolland. Vamos, que podían haber hecho un suplemento de diez páginas tipo Muebles el Paraíso en lugar del listín telefónico y habría sido igual de provechoso.


Lo que les enseño hoy es un resumen de por qué adoro a Stephane Rolland. Dicen de él que es el arquitecto de la alta costura, puede que sea eso...

O puede que sea por la sencillez de sus líneas, su gusto monocromático y la predilección por el volumen exagerado.


Adoro la idea de las siluetas sencillas con un sólo elemento impresionante, ni encajes, ni drapeados, ni pequeños aderezos absolutamente prescindibles. Si el colega decide poner un lazo, lo hace XXL. Si es un péplum, es absolutamente exagerado y si se decanta por la pedrería, lo hace en versión roca de río. Lo dicho, me tiene absolutamente enamorada.

Y es que para hacer este despliegue de sencillez no opta por siluetas anodinas, sino que realza las curvas y la feminidad. Que con tanto Calvin Klein, Jil Sander y compañía, parece que se nos estaba olvidando que la mujer tiene un cuerpo para lucirlo!


Que me pongan uno de cada porque no soy capaz de decidirme. 

Encontrar maravillas como estas después de ver los modelos homeless de Valentino de mis amores, los  vestiditos Star Trek de Donatella, o los trajes modo pereza de Armani, es un gustazo muy esperanzador.


Ojalá los diseñadores empiecen de nuevo a fijarse en la mujer para crear. Ojalá todos tuvieran un Hola! Alta Costura para darse cuenta de lo que están haciendo...

viernes, 9 de mayo de 2014

Otro viaje

Si hace poco les adelantaba un trocito del proyecto de expansión de Sophie et voilà! desde los Madriles, hoy les escribo desde Barna. Que me he vuelto viajera. Ya ven.

Si su vida de ustedes, como la mía, gira entorno a un día B, si los vestidos de novia inundan sus sueños y colapsan las carpetas de fotos de sus móviles, si Pinterest ya forma parte de su rutina casa-trabajo... Entonces nos vemos por aquí.


Desfiles, presentaciones, reuniones, nuevas colecciones, colaboradores, un poquito de petardeo y un muchito de no-puedo-con-mi-vida. Eso pone en mi agenda.

Prometo contarles a la vuelta.

jueves, 8 de mayo de 2014

Los mensajes subliminales de Disney

Llevan años avisándonos de que la cándida e inocente casa Disney introduce mensajes mal intencionados entre los fotogramas de sus películas... Seguro que han oído cosas como que en una nube de polvo de El rey león se lee la palabra sex, que si escuchas no sé qué banda sonora se invoca al diablo, y cuentos del estilo... Que digo yo, que vaya cantidad de tiempo le sobra a la humanidad como para ver las pelis de Disney a cámara lenta y hacia atrás, pero bueno...

Les confieso que este tema nunca me ha quitado el sueño, hasta ahora.

Resulta que va a ser verdad. Los seres que fueron capaces de crear a la sosa y rancia de Blancanieves, quieren meterse en las mentes de los humanos para controlarlas y dominar el planeta... No en vano se cargaron a la madre de Bambi. Debimos reconocer aquella señal...


La última fechoría de esta panda de mala gente ha sido colarse en la gala del Met. Han abducido una pila de mentes faranduleras y les han hecho convertirse en personajes de dibujos animados. Sin anestesia ni nada. Se puede tener más mala idea?

Arriba, las malísimas hermanastras de cenicienta. El día del entierro del padrastro, vale... Pero no me digan que las ojeras no están logradísimas!!

Abajo, Pocahontas. Las perversas mentes de Disney no calcularon bien, se les fue la mano y metieron también en el ajo al loro de Aladdin...


Fíjense ustedes la abrumadora inteligencia de estos seres, que fueron capaces de aprovecharse de la envidia que Charlize le tiene a Angelina y le convencieron de que se transformara en Maléfica justo en el estreno de la peli del mismo nombre (hay que ser un pro de la maldad para llegar a estos niveles...). 

O eso, o rejuvenecieron un par de siglos a Cruella de Ville...


Para despistar, colaron a otro personaje de cuento, esta vez, ajeno a la casa; Caperucita. Aunque apuntaron un poco mal con la edad de la intérprete, que la Bellucci está de infarto, pero está más cerca de dar credibilidad a Doña Caperuza.

Atención a los guantes del colega. No les recuerdan sospechosamente a las garras del lobo? Está claro. Esta gente son profesionales y no dejan nada al azar...


Y por último, Cenicienta. Aqui no sólo convencieron a esta pobre mujer de que se transformara en princesa Disney, es que además le arrebataron la vergüenza y el sentido del ridículo... 

Sino cómo se explican ustedes, además del outfit propio de estuche de primaria, esa pose a lo "qué le pongo, señora?"


Ándense con ojo, este clan puede atacar en cualquier lugar y en cualquier momento. Lo mismo vuelven ustedes a casa, abren el armario y mañana van a la ofi en modo Sirenita...