Redireccionando...

miércoles, 29 de octubre de 2014

Sin salir del barrio

Después de tantos años abducidas por el rosa nude, ahora que empezábamos a cogerle el truco, que habíamos entendido que no es que fuera poco favorecedor, es que era etéreo... Ahora que incluso éramos capaces de combinarlo con otros colores... Zas. Cambio radical. Si es que les tengo dicho que no se confíen...

Nos cambiamos de acera, pero seguimos en el mismo barrio, el de los pasteles... Si antes era niña, ahora toca niño: azulito, que diría alguna madre ñoña en el parque.


Hace un par de días les manifestaba a ustedes mi gozo por la posibilidad de que la moda nos deje abrigarnos este invierno. Hoy, no llega a tanto mi algarabía, pero confieso que el ojillo se me ha venido arriba al cambiar la chaqueta beisbolera (rollo mi novio es yankee y yo molo mogollón) por algo más femenino.

Abrigos azules. Eso sí, cuanto más peludos, oversize, y con aire monstruo de las galletas o Sulley de monstruos S.A., mejor. Qué se creían? Que iba a ser fácil?


Recuerdan ese abrigo camel que compraron el año pasado? Pues ya no vale. Se siente. Ahora tiene que ser azul. Clarito, para más señas. No vale marino. Trampa, trampa, trampa.

Si hasta ahora hemos tomado como inspiración fashionista a los Kiss, las tachuelas everywhere, y las botas moteras... Ahora les recomiendo un intensivo de Mi Pequeño Pony, Cenicienta y Los Osos Amorosos para ir cogiéndole el punto a la tendencia.


Azul con azul, azul con gris, azul con marfil, azul con negro... Posibilidades tiene unas cuantas. 

Lo que no sé si termino de digerir es eso de la textura albornocera. Es que de peques tenía una bata de ese color y cada vez que veo outfits con el peluche en cuestión, sufro flashback. Pero eso es una tara mía personal, señoras. Que no les afecte...


Se imaginan a una de esas mujeres que visten aburrido traje gris con camisa blanca, de ese tipo de mujer que va corriendo a todas partes... Con un abrigo azul pastel de borreguito? Yo sí. Y me daría la vuelta al verla pasar y le aplaudiría. Ojalá me la encuentre y vuelva a tener esa sensación... La de que lo estamos haciendo bien.

martes, 28 de octubre de 2014

Dandy a la calle

Lo admito. Hoy me ha pillado el toro y no tengo una entrada demasiado elaborada con la que entretenerles. A cambio, les propongo cuatro formas de combinar nuestra colección Dandy. 

No me digan que no les está haciendo falta uno...





Si quieren seguir nuestras propuestas de estilo, les recuerdo que estamos en Instagram dando guerra... 

lunes, 27 de octubre de 2014

Cuando se alinean los astros

Hoy les traigo una buena noticia. El frío llegará, aún no sabemos cuándo, pero lo hará. Bajarán las temperaturas, oscurecerá antes y hasta puede que llueva en algún momento... Qué cosas, oiga.

Y tendremos que abrigarnos. 

Y cuando la capa de obispo, el poncho de mariachi y los crop tops dejen que el biruji entre sin pudor por nuestra espalda... Tendremos un arma fashion de la muerte con la que combatirlo: las bufandas peludas. Estoy rechiflada.


Por fin una tendencia lógica. No quepo en mí de gozo. Venga va, que lo digo en serio...

Sé que el mundo fashionista está muy por encima de la necesidad de abrigarse ante el frío, así que este gesto merece mi infinita gratitud al universo y al cosmos, por hacer coincidir esta moda con la época invernal.

Seguro que me entienden: déjenme que les recuerde, como ejemplo, otros grandes éxitos de inviernos pasados como las sandalias de tiras con calcetines cortos, los abrigos sin mangas, los botines peep toe... Todo ideal para esos tan improbables días de frío en invierno.


Una vez agradecida esta práctica invención, pasemos rápidamente a su manual de uso. 

Para empezar, no busquen en el armario de madre. Allí, con mucha suerte, es posible que encuentren alguna estola corta y en tono natural, y esa no vale. Se siente. Tiene que ser de colorín. Del que más rabia les dé, pero de colorín.


Si son ustedes de ese tipo de mujer que no sabe cómo colocar el bicho, no hay problema: vale todo. La posición trae p'a acá (colgando de un hombro), la pastorcillo del belén con corderito (dejándolo caer a ambos lados), la se me está escurriendo p'a un lao (más corta de un lado que de otro) o la ya no sé qué hacer con él y lo he colgao del bolso.

No me digan que es difícil...


Si debajo de la bufanda visten ustedes un jersey de punto, una chaqueta vaquera, un abrigo de paño o lentejuelas varias, da lo mismo. El caso es que convierte cualquier estilo en algo trendy. No me digan que no es un chollo. Abrigadas, estilosas y a la moda. 

Esto es como la alineación de Casiopea y los satélites de Urano: ocurre cada seis millones de años. Aprovechen.


Hale, ya tienen deberes para lo que queda de semana. Elegir el color que menos coordine con su armario y encargarse la estola de marras. La mía? Amarillo limón. Y no es broma.

viernes, 24 de octubre de 2014

Enamorada de un Dandy

Dice la Wikipedia que un Dandy es una persona muy refinada en el vestir, con grandes conocimientos de moda, proveniente de la burguesía, con una fuerte personalidad y poseedora de nuevos valores con la sobriedad que terminaría convirtiéndose en un referente para su época.


La corriente asociada al dandi se denomina «dandismo», sin estar claro el origen de la palabra ni si su procedencia fue más literaria que real. 

El dandismo se convirtió en un referente para la moda masculina, para los valores y para las costumbres de las sociedades europeas muy agitadas por las distintas revoluciones de los siglos XVIII, XIX y principios del XX. 


Aunque fracasados vitalmente, los seguidores del dandismo contribuyeron a crear la moda masculina actual, así como el concepto de celebridad, el de derechos de imagen y el de tribu urbana. 

El final de los dandis es discutido, como también lo es su propia existencia. Para algunos entendidos la figura del dandi volvió a surgir en el cine tras las dos guerras mundiales y puede considerarse que perdura de una forma u otra en nuestros días. 


Así mismo, las monografías existentes discuten si fue un movimiento meramente masculino o, por el contrario, debería mencionarse también a mujeres dandis.

Un dandy es una persona que utiliza el vestido como una manera de disidencia, es decir, se viste bien, con prendas buenas, pero nunca como los demás. 


Creo que nunca había elegido de una forma tan precisa el nombre de una colección.

Les presento Los Dandy.


jueves, 23 de octubre de 2014

Ni Lady Di ni Lady Gaga

Estamos a lo que estamos. 

-Ni la pereza del escote barco en mikado de seda, ni lo excesivo del corsé de pedrería:

Que no van ustedes a ordenarse religiosas, pero tampoco a entregar un premio de la MTV.

-Ni los kilómetros de minivolantes de organza, ni la abertura con pierna dislocada a lo Angelina Jolie:

 No hace falta mutar en Scarlata O'hara, lo cual no significa tener que emular a Gilda.


-Ni el encaje barato en bobina de 300 metros, ni la pedrería de plástico a granel:

Un día es un día. Y, normalmente, ese día es caro. Correr el riesgo de parecer una blonda de pastelería o una bola de discoteca no creo que sea lo que están ustedes buscando.

-Ni la falda con volumen capaz de albergar a los 7 enanitos del bosque,  ni apretar hasta el punto de cortar la circulación: 

Entre parecer una pitufi-casa con forma de seta, y cortar la circulación de las piernas, les aseguro que hay muchos puntos intermedios.


-Ni revivir la Primera Comunión tapada hasta la barbilla, ni enseñar hasta el elegante piercing del ombligo: 

Sugerir, no ofertar. Creo que aquí no hace falta demasiada aclaración...

-Ni ir de innovadora con un vestido amarillo pollo, ni ser la enésima novia en copiar el vestido de la página 93:

Por favor, por favor, por favor. Sean ustedes mismas. 


No pretendo decirles cómo tienen que vestirse, sólo les recuerdo que hay miles de millones de opciones y que cada una de ustedes tiene que encontrarlo en ese infinito espacio que está entre la ñoñería y la exageración... Ya saben: Ni Lady Di, ni Lady Gaga...

miércoles, 22 de octubre de 2014

Ortopedia in fashion

Este post iba a titularse "Mi dilema del mes de octubre" pero es que resulta que no había dilema, esta vez lo tengo clarísimo: ni muerrrrrrta, señoras. Que una cosa es no querer calzarse andamios de 12 cm, pero otra bien distinta es que el Cabo Quintanilla del cuartelillo de la Guarcia Civil de Matalascañas lleve un calzado más femenino que servidora. Y por ahí no paso.

Entre la capa de mariachi siberiano que comentaba aquí, y esto, no me extraña que el otoño no quiera llegar. Me veo en chancletas hasta Reyes.


Una rápida rueda de reconocimiento por un par de tiendas del mismísimo centro han bastado para darme cuenta de que, no es que un diseñador iluminado haya elegido a Frankestein como musa de temporada, no, es que todos se han puesto de acuerdo en calzar a la familia Monster.

Lo primero que me dio por pensar es eso de que "serán muy cómodos". Pero deseché la idea en el momento que vi la suela de 5 cm de grosor. Hay Gigantes en las fiestas de mi pueblo con suelas más finas. Vale, yo no tengo pueblo, pero la comparación era bastante gráfica...


Volviendo al tema; estaba horrorizada. Pero mi angustia vital no se quedó ahí, qué va. De repente vinieron a mi vista unas botas forradas de borrego y pensé "si esto lo venden aquí... Qué carajo les venden a las de Noruega?". Mi no entender.

No son bonitos, no son cómodos, no son femeninos... Qué hemos hecho para recibir semejante castigo?


El año pasado teníamos que sufrir con peep toes todo el invierno y ahora tenemos que disfrazarnos de Barbie Comando. Pura lógica fashionista de ésa que tanto me gusta. O me sobra un casco o me falta un soldado... Que decía mi padre.

Ahora ya saben, vístanse de portada de revista de canto gordo y cálcense unas zapatronchos dignos del escaparate de ortopedia más it de la ciudad. Es lo que se lleva...


Cada vez entiendo menos. 

Imágenes vía Pinterest

martes, 7 de octubre de 2014

En mi cabeza era tan bonito...

Seguro que les ha pasado. 

Ver una foto en un blog o en una revista de canto gordo y enamorarse de algo. Soñar con ello. Pensar en las trescientas sesenta y cuatro formas de combinarlo. La gran inversión que supondría y su rápida amortización... 

Que llegue el día en el que poder sacar un ratito para hacer una búsqueda y captura, y empezar a pensar que lo soñaron ustedes, porque lo más parecido que han encontrado no se asemeja ni en la etiqueta.


A mí me pasó con las minifaldas de plumas. Un peligro por cierto. En mi cabeza eran puro glamour combinable con camisas blancas, jerseis de punto y hasta con botas de agua y, sin embargo, en las tiendas que visité, los modelos se me antojaban más cercanos a una gallina resacosa con aspiraciones a cupletista. Un drama.

Era como sí, por el hecho de ser plumas, estuvieran sometidas a un irremediable matrimonio concertado con tiras de strass y ribetes de raso. Oiga, no cree usted que con las plumas ya íbamos sobradas?



Y, vamos a ver, que son plumas, no diamantes de kilate. No escatimen por favor. Lo del ribete de marabúes en el bajo, además de estar más visto que el tebeo, es como ponerle un flequillo a las rodillas...

Uno, dos y tres yo me calmaré...


Lo de siempre. Encontrar algo que me dispara la neurona coolhunter y que, en realidad, no existe. Enamorarse de un imposible. Ahora resulta que comprarse una falda se va a convertir en la versión fashionista de Los Puentes de Madison.

Entonces me acuerdo de que tengo un atelier. 


Y me pongo a elegir color de pluma, forma y largura. Menos mal. Por un momento pensé en mutar en ave de corral.

lunes, 6 de octubre de 2014

De abogada a diva

Señoras, voto por la canonización de esta mujer. Lo mismo me pongo a recoger firmas. No estoy segura de cuántos milagros hacen falta para el nombramiento, no estoy muy puesta en estos temas, pero la muchacha en cuestión ya ha obrado dos: casarse con mi George y ponernos de acuerdo a todas las mujeres (en odiarla, claro).

Eso sí, alguien debería darle a elegir entre su marido y su vestidor, porque tener las dos cosas a la vez tiene que ser ilegal. Eso seguro.


Es que esta mujer es espectacular. Es como la novia de Aladdin, pero con carrera y vestida de marca. Alta, espigada, inteligente y millonaria. Hay quien insinúa que es todo un montaje... Estoy segura de que sí: esas piernas son humanamente imposibles. 

La envidia va subiéndome por el tobillo...


Ahora bien, tengo que decir que a algunos de los modelazos del fin de semana en Venecia les pongo pegas. Ya saben. Del tobillo ya llega hasta la rodilla...

El vestido rojo de la despedida de soltera no es que me remate, pero admito que el Valli blanco con flores con el que salió a saludar a la prensa me tiene loca perdida. Fíjense que casi no me doy cuenta de que mi George también aparecía en la foto...


Me gusta el tejido, los apliques, las mangas, la silueta tulipán... Pero hay algo que me chirría en el conjunto... Creo que es ella. Ese vestido es para alguien con más curvas. Amén de que si levanta un brazo para colocarse la melena nos enseña hasta el misterio.

Con lo delgadísima que está la muchacha, tengo la sensación de que la cintura le hace ancha... Será que de la rodilla ya me ha llegado al ombligo?


La pamela blanca al más puro estilo Hollywood de los años 50 es para levantarse y hacerle reverencias. Nunca menos fue tanto! Claramente, lo que sobra en esta foto es Clooney. Lo admito, la envidia ya me llega hasta las orejas...

Por último, me van ustedes a permitir la licencia de abstenerme de comentar el vestido de novia. Con lo bien que íbamos hasta aquí, Amal de mi corazón... Menudo lío te hiciste, reina. 

 

Ahí les dejo una opinión y un saco de envidia cochina. Ustedes sabrán qué hacer con ello...