Redireccionando...

viernes, 16 de mayo de 2014

Milagros y otras maravillas

A veces se me escapa una sonrisa sin poder evitarlo cuando alguna de mis clientas se sienta, me mira, y seriamente me pide imposibles tales como "un vestido para ir a una boda impecable, pero que luego pueda ponerme en cualquier momento", que es la versión polite de "un lo que sea que pueda amortizar, porque tengo el armario hasta la bandera de vestidos de usar y guardar". 

Una aparición mariana es más factible que el hecho de conciliar un outfit para la entrega de los Oscar y para hacer la compra en el Carrefour, pero no es del todo imposible.


En este tipo de retos es donde cuadran como nada las blusas maravillosas. No pongan los ojos en blanco, que no voy a volver a hablares de las camisas blancas...

De organza, de satén, de gasa, o de casi cualquier otra cosa, las blusas son capaces de sacarnos de un apuro muchas veces. Hágase con un un buen pantalón (de pinzas, palazzo... Da igual) y plántele una camisa con gracia (si no tiene, don't worry, ya se la hago yo), tacones infinitos y ya está usted lista para la boda/bautizo/comunión/inauguración/evento de turno. Me dirán que lo ha puesto difícil!

Eso sí, teniendo en cuenta que la camisa será absolutamente ideal, le entrarán a usted unas ganas incontenibles de ponérsela más a menudo, por lo que hágase también con unos vaqueros de los buenos y unas parisinas combinables. Las más chic del terraceo.


No me diga que no le está apeteciendo... Una blusa en crepe de seda con un poco de manga y una lazada en un hombro... Una de satén con mucha caída y unos volantes en las mangas... Una muy larga en estampado de pañuelo... 

Personalmente, me las pido todas, que la primavera por aquí es muy larga... y los domingos de paseo una se encuentra con mucha enemiga de la infancia y esto es una fórmula infalible para un rechinar de dientes. Mala yo?


En seda o con un punto de mezcla para poder lavar en casa, este año es el año de las blusas en el Atelier. Y no porque lo haya decidido la que escribe, sino porque lo han pedido ustedes, que, al final, son las que deciden lo que se ve en la calle y lo que acaba por ponerse de moda realmente. Y me parece tan buena idea, que me uno a la causa camisera.

Si me preguntan un color, siempre les diré que blanca, pero reconozco que un buen amarillo o un azul marino pueden convencerme fácilmente.


Piénsenlo, es una pena volver a comprar el enésimo vestido que jamás volverá usted a ponerse.

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